viernes, 12 de mayo de 2017

Al despotismo por el victimismo (Pío Moa)

Al despotismo por el victimismo

Pío Moa

La Gaceta

   Hay algo común a todos los movimientos que  atacan la convivencia, la democracia, la familia y la propia existencia de España: el cultivo obsesivo del victimismo como medio para despertar una indignación que les permita imponer su despotismo sobre la sociedad. En la entrada anterior y en otras he señalado cómo el colectivo LGTBI expresa un odio a menudo realmente feroz a la familia, a la cultura cristiana, a España en general. Por lo visto se consideran víctimas de todo ello  porque, dicen “esas instituciones no reconocen la existencia de la homosexualidad” y demás. La cosa es singularmente estúpida. Nadie deja de reconocer la homosexualidad, porque esta ha existido siempre. Como ha existido la pederastia, la zoofilia, el sadomasoquismo y hasta la coprofilia o la necrofilia. No es que todas  estas “filias” sean equivalentes, pero el argumento de que, como existen, deben ser reconocidas como hechos normales y hasta motivos de orgullo,  es el mismo. Por el contrario, las normas contrarias a ellos debieran tipificarse como represoras y victimarias, y debieran perseguirse. La única base de todo ello es la concepción de  la sexualidad como meramente una forma de “pasarlo bien”, por decirlo de algún modo, y que por ello todas las formas de "pasarlo bien" son equivalentes Siguiendo el argumento, el robo o el asesinato debieran ser reconocidos como hechos normales, ya que siempre se han dado y previsiblemente se darán.

    Desde luego, hay que diferenciar entre homosexualidad y homosexismo. La primera es un asunto particular de algunas personas, que cada cual resuelve mejor o peor.  El homosexismo, en cambio,  es una ideología política que pretende igualar la homosexualidad (el amor estéril) con la sexualidad normal, institucionalizar un “matrimonio” que inevitablemente solo puede ser una parodia, o  adoptar niños, privándoles de su derecho a un padre y una madre reales, con la argucia de un “cariño” que también se tiene a las mascotas. El homosexismo usurpa, además, la representación de los  homosexuales y sus intereses, un fraude, porque muchos homosexuales no comparten esas políticas. Como los comunistas no representaba a los obreros o los feministas a las mujeres ni los separatistas a los vascos o los catalanes. Un  fraude político y moral generalizado.   Por decir estas cosas, he recibido andanadas de insultos, obscenidades, amenazas y deseos de muerte. Evidentemente, eso no es sino la expresión de lo que esconde realmente su victimismo y del odio que parece llenarles contra evidencias naturales.

        No me opongo a que se expresen, aun con esas formas: estas son lógicas, van con la calidad de sus ideas y no puede esperarse otra cosa. No me extraño ni me opongo a ello, repito. Pero esta gente va más allá:  intenta destruir la libertad de expresión y de conciencia, y en facebook, por ejemplo, han bloqueado mi cuenta. A esto sí me opongo. Me opongo a su despotismo inaudito, a que pretendan hacernos comulgar por la fuerza con sus ruedas de molino, a que se adoctrine a nuestros hijos en tales ideas, a que se nos intente imponer desde el poder sus conductas y sentimientos so capa de  que resistirles constituye “incitación al odio” (¡!!). Me opongo a que se nos intente imponer tiránicamente lo que debemos sentir... Y todo ello por unos políticos cuyas señas de identidad son, casualmente, la corrupción económica, la corrupción de la justicia, la hispanofobia, el abortismo, la islamofilia, el apoyo a los separatismos, la recompensa a la ETA...  Y siempre con la misma táctica: cultivar emocionalmente el victimismo para imponer su despotismo. Esta gente está yendo muy lejos y es necesario frenarla. Absolutamente necesario.  La cobardía moral frente a estas aberraciones destructivas no solo de la democracia sino de la familia y la sociedad, es suicida. 


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