martes, 4 de octubre de 2016

A LA GENERACIÓN CASTELLANA DE LOS OCHENTA


Es curioso el lamento por la desaparición de una Castilla más bien fantasmal y delirada, pero de gran extensión, que no la genuina Castilla deliberadamente arrinconada. Ramón Carnicer berciano de pro, tierra de habla asturleonesa y gallega según la zona, y ahora se nos viene  a decir que es nada menos que Castilla. Delibes vallisoletano, no me lo diga castellano de pro. La más radical destrucción actual de Castilla comenzó con los delirios fantásticos, aún recuerdo los dicterios descalificadores de: condalista, carreterista etc. etc.





Gonzalo Martínez Díez, Ramón Carnicer, Jesús Torbado, Miguel Delibes, Octavio Uña, Ismael Peña, una Generación de intelectuales que tardará en repetirse y que dio la batalla por Castilla entera, hasta que comprendió que "Ello", lo que manda en España, había decidido acabar políticamente con Castilla, y seguir acabando con ella en todo lo demás.
Y que no quedaba otro remedio que aferrarse cada cual a la Castilla cultural que nos movía y que no podrían quitarnos...


A LA GENERACIÓN CASTELLANA DE LOS OCHENTA
Nos juntábamos. Era entonces
en el Monasterio madrileño del Paular, fundacionales, allá
por el ochentaitantos, y uno o dos seguramente.
No entre nieve, como suelen teñirse los inviernos serranos. No.
Sin nieve en las cumbres azules de Castilla que luego
cuando se ponen grises y la lluvia las golpea con sus baquetas de agua,
sobre su gran tambor pétreo, rocoso, terráqueo,
como sonidos del cielo llenando de boquetes y breves pozos
que después serán regueros
la Sierra de Guadarrama,
allí,
en Rascafría…
suenan a eras, a granito, a siglos, a arte, a literatos -ellos dirían a “letrados”- medievales, renacientes, barrocos, románticos, del veinte…
¡Claras piedras claras de Rascafría, en el Monasterio del Paular, negras pizarras resistentes, arbustos, palos, árboles, cumbres, culminaciones de cúlmenes!
¿Te acuerdas, Gonzalo Matínez Díez, aunque te hayas quedado allí en Villagarcía de Campos, para siempre?
¿Te acuerdas José María Álvarez de Eulate, cómo mayo
nos encendía con sus luces y esperanzas?
¿Y tú, Octavio Uña, claro timbre de voz, declamación cuajada
de tonos y de gestos en la mano?
¿Recuerdas, Jesús
Torbado
 que estuvimos hablando del niño García Pérez etcétera,
y del exceso de letras cursivas con que te lo había publicado, en aquel breve folleto, recuerdas aquellos años?
Ramón Carnicer, ¿el leonés berciano, te acuerdas del Paular madrileño, en el valle del Lozoya, que antes fue segoviano, aunque ya estarás junto a Gonzalo, allí hablando de vuestras cosas de berciano y de burgalés vallisoletano?
¿Recuerdas, Miguel Delibes, aunque nunca participaste en persona, pero sí querías saber y tus telegramas se recibían como muestras de apoyo, ánimo y abrazo? ¿Recuerdas, Miguel, aunque ahora ya descansas en “tu ciudad” Valladolid, desde hace poco?
¿Recuerdas, el segoviano Ismael Peña?
Ahora las fechas se fatigan en el calendario de todos los que todavía contamos los años; pero entonces no; éramos jóvenes y éramos tanto.
El pan en los manteles y alguien que dijo: ¿Sabéis que somos la “Generación castellana de los 80”, los más mayores y hasta este Juan Pablo que nos va citar algún día, estoy seguro, en algo?
¿Fuiste tú Ramón? ¿Fuiste tú, José María? ¿Tú, Gonzalo?
Hoy quiero recordaros entre aquella lluvia gótica de armoniosos arcos, y lo voy a hacer, entre siglos, entre eras, épocas, lapsos.
Lo voy a hacer con este soneto que ahora me complazco en dedicaros:
CASTELLANA DE LA IGUALDAD CASTELLANA ENTRE TODOS LOS ESPAÑOLES
(Mientras contemplo el asentamiento arévaco de Numancia, siglo II antes de Cristo, que tanto resistió a los romanos tarraconenses españoles)
Estos Belos bellos que aún celtíberos
Son, como los Titos y los Lusones,
Tanta a Roma oponen lid entre sones
Oídlos, oídlos-, bélicos e ígneos…
Sin tregua impugnan Roma, que españoles
BELOS previos a España- quiere hacerlos.
¡BELLOS arévacos son celtas íntegros,
QUE a Hispania romana niegan voces!
¡AÚN pudiera vuestras glorias iberas
CELtamente cantar!, ¡heroicas eras!
¡TIenen de lo antiguo tanto estas tierras
BEllos belos, titos y pelendones,
ROStros arévacos, turmódigos, lusones-,
que historias contásemos todas estas sierras…!
Para decir que, ahora, castellanos, como el resto de españoles,
no podemos ser menos que nadie, sin que nuestros históricos derechos se violen.
Sí, lo sé,
no es gran cosa, pero habla de nosotros,
de nosotros los castellanos, que para historia, personalidad histórica, derechos históricos teníamos tantos como no queríamos que al final nos fueran violados.
Pero lo hicieron.
Estaba mandado.
Alguien, desde el poder, quién sabe quiénes, quién sabe por qué, quién sabe por cuánto
lo había mandado.
Castilla sería esparcida al viento, y hasta su alma y su cuerpo serían aventados.
Y lo fuimos comprendiendo, poco a poco. No había nada que hacer porque así había sido mandado,
mandado por el “Ello”, que sobre todo manda, desde el vértice de la pirámide del mando.
Dos años después, a fines del ochenta y cuatro, amigos míos de entonces, de aquel tiempo que ya parece y es, tan lejano, me mandasteis que dijera
-por escrito, a los periódicos- y así lo hice,
recuerdo que redacté el amplio comunicado,
que nuestra asociación
“Amigos de las Castillas y León” recuerdo que el nombre lo propuso aquel día el dibujante “Máximo” y fue aceptado-
se disolvía,
que diéramos nuestras reuniones periódicas como asunto acabado.
No habría más conferencias, ni viajes,
ni intentos, ni ciclos de ilusiones,
en Madrid, en Valencia, en Soria, en Tarragona, en Toledo…
ni libros entre todos publicados.
Sólo nos quedaba aferrarnos a Castilla en su Cultura,
porque no otra cosa de ella nos habían dejado.
Los políticos profesionales habían
todos los restantes caminos cerrado.
Y cada uno debía salir a seguir sintiendo la Castilla cultural cada uno en su propio ámbito, en su propio campo.
Emulación de ayer son estos versos, que si ya cenizas son del recuerdo, aquellas vastas compañías algo al menos como esta memoria aún nos han dejado.
A todos quiero deciros desde aquí que fueron unos bellos años.
JPMañueco



Poema de la risa






La vieja Montaña, qué duda cabe, que pertenecía a Castilla auténtica, no desde luego a la Gran Castilla que profesa el autor del verso, esa que incluye Badajoz y Teruel entre otras miles de provincias. Se ocultó muy bien en su día  las componendas por las que se concedió autonomía uniprovincial a la antigua provincia de Santander. De todas formas es dudoso que los actuales habitantes de la misma, con toda la historia castellana a sus espaldas que se quiera, deseen depender de Valladolid  



COPLAS DE MIGUEL ANGEL REVILLA





Lo que diga este Revilla,

nacido en plena Castilla

puesto que era montañés

ya sabes cómo es que ello es:

Lo de Revilla, al revés.



Villaré villaré, llaviré.

Y otra vez que ya viré.



Nacido fue castellano,

y muy joseantoniano.

Era tan del Movimiento

que giraba como el viento

y desvaría el paisano.



Villaré villaré, llaviré.

Y otra vez que ya viré.



Sabe bien que todo cántabro

terminaron los romanos,

porque al que no esclavizaron

y luego lo deportaron

es que lo habían matado.



Villaré villaré, llaviré.

Y otra vez que ya viré.



Y sabe bien que Castilla

es la patria de “Revilla”,

apellido castellano

que no lo hay ya más a mano.

¡Te proclamo castellano!



Villaré villaré, llaviré.

Y otra vez que ya viré.



Y sabe este buen Revilla,

que sí nació allí Castilla

en la tierra montañesa

del mar en la plena orilla

que hasta era burgalesa.



Bonifaz y Bonifaz,

“ome de Burgos” del mar.



Y hasta sabe que Castilla,

bien armó allí su flotilla,

para ir por el mar por mar

a conquistar a Sevilla.

¡Cadenas pueden contar!



Bonifaz y Bonifaz.

¡Cuanto escudo trae el mar!



Pero luego el falangista,

dio en virar a oficinista,

y después a sabinista,

¡Se inventó una ikurrinista

y la llamó “cantabrista”!



Villaré villaré, llaviré.

Y otra vez que ya viré.



¿De dónde este dinerista,

sacó tela ikurrinista,

para hacerse cantabrista,

yo no lo sé, pues no sé.

¡Si lo sabría, lo diré!



Villaré villaré, llaviré.

Y otra vez que ya viré.



Pero el bueno de Revilla,

¡qué apellido de Castilla!

Sabe que la gran marina

de Castilla, de Castilla

es la sal santanderina.



Villaré villaré, llaviré.

A Castilla volveré.

Y Revilla ya seré



(Bis. Vuélvase a cantar)




CASTELLANA DEL ACENTO CASTELLANO (Juan Pablo Mañueco)


Nos las habemos aquí con una noción un tanto elástica o más bien desvaída de Castilla que entre el público vulgar y más bien iletrado tiene mucha aceptación y que desde luego fue convenientemente clasificado hace mucho tiempo en:

Nueve conceptos de Castilla (Anselmo Carretero y Jiménez)


Coincide justamente con la noción del nacionalismo catalán sobre Castilla: Castilla es donde se habla castellano, ni más más ni más menos ¡ ele!

Claro que el autor del verso suspiraba hace ya tiempo por un nacionalismo castellano también a la catalana. Que buen catalán hubiera sido, lástima que el destino nos juegue malas pasadas

CASTELLANA DEL ACENTO CASTELLANO

(La mejor definición de Castilla que conozco: lengua más acento)

                                                                                                



Alguien me preguntó entre arrabeles castellanos

Lo que era Castilla, yo sólo le dije: “Escucha”.

Gime esa pregunta en todo territorio, en lucha:

Umbral vago a Francia, Italia, Flandes, los romanos…



Inseguro es todo límite. Frontera en mucha

Era es tierra ambigua. Ocurre a todos los humanos.

No te diré, pues, sino una luz de luna: granos

Muestran de verdad. Sin embargo: “Óyela y  escucha”



En donde se hable lengua de Castilla, hay Castilla.

PREGUNTÓ alguien, aunque no sea allí Castilla.



ENTRE todas las tierras que hablen en castellano,

ARRABELES del acento nótalo en tal plano.



¡QUÉ ES eso que se llama acento no haber ninguno

CASTILLA con seguridad estar ya, aquí, en uno!



JPamñueco (2016)

¿ A qué Castilla se refiere?


        ¿ A qué Castilla se refiere?

No parece que esté muy clara la noción de Castilla incluso entre los propios castellanos, desde este blog se ha intentado aportar esclarecimientos en ese sentido aunque ignoramos el éxito de la misión: una interpretación breve y sintética a la par que relativamente antigua –algunos de los textos son casi centenarios (1917) – trata de hacer hincapié en el particular sentido foral de la Castilla originaria en el marco medieval de una monarquía tradicional cristiana, que poco a poco fue  liquidada primero por los reyes leoneses que acabaron reinando en Castilla, y luego por las monarquías foráneas de Habsburgo y Borbones y aún más radicalmente por el estado demoliberal.

Modernamente con el envejecimiento acelerado y la desaparición de la población autóctona blanca – con perdón- europea, ayudada eficazmente con millones de abortos, y  los sin duda esperables en igual número o tal vez mayor de la eutanasia, sin hablar por supuesto de la sustitución de la población autóctona por una invasión migratoria millonaria y fundamentalmente islámica a tomar a cargo y alentada por el Nuevo Orden Mundial; amén de la desaparición acelerada de los principios que pudieran fundamentar una verdadera autoridad espiritual (cada día más enigmática y sorprendente), sin la cual solo lo queda el poder temporal desnudo, invasivo cual zarza dañina, inagotable en sus ansias de ambición, de confrontación y despojo, de la cual es buen ejemplo la burocracia bruxeliense, carente de cualquier autoridad espiritual pero con ansias imparables de poder a través, entre otras, de sus directivas invasoras que anulan cada vez más en la práctica el principio de subsidiariedad, y parece,, según nos quieren convencer reiteradamente, que es la última esperanza del hombre blanco, o tal vez de las hordas islámicas que tomarán su relevo

En este contexto de una Castilla desconocida en su historia y sus particularidades por sus propios hijos y habitantes, envejecida, paulatinamente despoblada y en trance de desaparición, parece un sarcasmo hablar de un futuro prometedor y feliz que algunos desean incluso con un estado moderno demoliberal o tal vez social revolucionario pero en cualquier caso feroz y ruralmente independiente;  no obstante y a la manera de las exequias que se hacen por un difunto, hablando de sus gestas y glorias pasadas, proponemos un repaso de ciertos aspectos de la historia de Castilla ya expuestos en este blog, pero que no viene mal recordar.

Por ir directamente a características esenciales castellanas recomendamos el siguiente:



Del mismo autor señalamos entre otros textos:






Las Instituciones (Luis Carretero Nieva 1917)

El espíritu de asociación

Los ideales 





De su hijo Anselmo Carretero Jiménez (1908 Segovia-2002 Ciudad de México) proponemos los artículos comprendidos en:


y en especial


 Nueve conceptos de Castilla (Anselmo Carretero y Jiménez)