domingo, 4 de septiembre de 2016

Romance del conde Arnaldos



Uno de los más bellos romances del romancero tradicional, que escapa a los temas habituales de tal género y no fácilmente accesible sino se sitúa en una perspectiva profunda o esotérica muy lejana de la sensibilidad actual. Admirable interpretación de Amancio Prada 

Romance del conde Arnaldos

Quién hubiera tal ventura
sobre las aguas del mar,
como hubo el conde Arnaldos
la mañana de san Juan

yendo a buscar la caza
para su falcón cebar,
vio venir una galera
que a tierra quiere llegar

las velas trae de seda
jarcias de oro torzal
áncoras tiene de plata
tablas de fino coral

marinero que la guía
diciendo viene un cantar
que la mar ponía en calma
los vientos hace amainar

las aves que van volando
al mástil vienen posar
los peces que andan al fondo
arriba los hace andar.

Allí habló el infante Arnaldos
bien oiréis lo que dirá
"Por tu vida el marinero
dígasme ahora ese cantar"

Respondiole el marinero
tal respuesta le fue a dar
"Yo no digo mi canción
sino a quien conmigo va"

                    Anónimo


RIBEREÑA DE LA PEDRIZA (Juan Pablo Mañueco)


RIBEREÑA DE LA PEDRIZA


I

Torres de la Pedriza
bajaba yo aprisa,
cornisa a cornisa
entre nieve aprendiza
de rambla imprecisa.

¡Recuerdo Pedriza!

II

Haciendo el sendero
por el Manzanares,
rocosos lugares
encuentra el viajero
del cielo frontero.

Picos de Pedriza.

Acaso creía
que me perdería
por esos altares
donde el Manzanares
manando venía.

Cantiles desliza.

Desde el Ventisquero
donde la Condesa
transforma el nevero
en río montero,
que en laguna apresa.

En riscos se eriza.

Torres de la Pedriza
bajaba yo aprisa,
cornisa a cornisa
entre nieve aprendiza
de rambla imprecisa.

Canchales tapiza.

Hueco de las Hoces
estaba bajando,
pensando y pensando
en cantos y voces
de aves trinando.

¡Pastoril Pedriza!

Moza montañera
en una ladera
de aquellos canchales
mira el Manzanares.
¡Detuve carrera!

La moza me hechiza.

Larga cabellera
y talle ceñido,
me encendió en manera,
que ser su marido
allí mismo fuera.

Gustosa Pedriza.

Le dije: “Preciosa
serrana de Sierra,
que en montuosa tierra
estás silenciosa.
¿Es tu tierra ésta?”

Su voz lo matiza.

-Soy de la Pedriza
pero sola quiero
seguir el sendero,
como el río desliza
desde el manadero.

¡Áspera Pedriza!

-Sigue tu camino
como lo hace el río
buscando el sombrío,
rugoso destino
del ser peregrino.

Bajé la Pedriza.


III

Torres de la Pedriza
bajaba yo aprisa,
cornisa a cornisa
entre nieve aprendiza
de rambla imprecisa.

¡Recuerdo Pedriza!

Juan Pablo Mañueco