jueves, 28 de julio de 2016

Europa vuelve a dar mártires

Europa vuelve a dar mártires

Actuall

El asalto de este martes a una pequeña iglesia rural en Rouen, Normandía, trae al corazón de Europa la persecución de cristianos que en Oriente Medio ya tiene la dimensión de un genocidio. ¿Cómo es aquello que dicen los de la Guerra Civil interminable en España cuando se cruzan con un cura o una monja por la calle? “Arderéis como en el 36”. Al fin, un aliado de la tradición volteriana que viene a acabar el trabajo. La barbarie y la Ilustración se toquetean.
Dos terroristas de Estado Islámico degollaron al padre Jacques Hamel, de 86 años, y dejaron mal heridas a dos monjas, antes de que la policía los matase. Son los primeros mártires cristianos del siglo, en una Europa que había dejado atrás su propia historia de persecución religiosa. Nicolás de Cárdenas traza este retrato del padre Hamel. Grabaron en vídeo la ejecución, como suelen hacer para propagar el impacto de su espantosa violencia. 
Han traído el genocidio cristiano de Siria e Iraq a Europa. No les faltarán comités de bienvenida ni comités de indiferencia, que es casi peor. La indiferencia es siempre la primera fermentación del negacionismo. En la historia de Europa, la indiferencia ha sido el mosto de todos los baños de sangre. 
No es una novedad que los cristianos son un objetivo del terrorismo islamista. Sí lo es, en cambio, que traigan a suelo europeo la persecución y los métodos brutales que Estado Islámico utiliza para diezmar la población cristiana de Oriente Medio. El asesinato masivo, la utilización como escudos humanos o la expulsión de sus tierras es una realidad cotidiana para cientos de miles de cristianos atrapados en las guerras de Iraq y Siria. Es la primera vez, sin embargo, que son atacados por su fe en Europa. 
El mensaje implícito en el asalto a una pequeña parroquia rural de Rouen es que, a diferencia de las grandes infraestructuras, las sedes oficiales y los eventos bien vigilados, las comunidades cristianas de Europa pueden ser un blanco mucho más fácil, y muy rentable en la guerra psicológica contra Occidente. 
Los terroristas saben que, en una Europa fuertemente secularizada –hostil, incluso, hacia las instituciones y las creencias cristianas: “arderéis como en el 36”– ningún Gobierno reconocerá que los cristianos son un objetivo especialmente vulnerable del terrorismo islamista. Los políticos locales ni siquiera se ponen de acuerdo en decidir si Occidente está en guerra, ni contra quién, ni por qué. Las autoridades y el periodismo han creado distintos subterfugios –locura, depresión, instintos suicidas, afición a las masacres, machismo– para no tener que mirar de frente el problema.
Los políticos están a lo suyo: salvaguardar el estatus quo de las élites dirigentes, para lo cual, necesitan de sociedades seculares, sin raíces demasiado profundas, con valores intercambiables, fáciles de dirigir hacia otra forma de vida. Hay una “grieta silenciosa” –escribe Francis Scott Fitzgerald–, por donde acaban rompiéndose todos los cuerpos al menor choque. En Occidente, la “grieta silenciosa” se llama indiferencia o, si prefieres, nihilismo. 
Los políticos tienen sus prioridades –aborto, ideología de género, renta mínima garantizada, cambio climático–, y el Estado Islámico tiene las suyas. Lo resumía Ben Shapiro este martes, en su Brief matutino para The Daily Wire, al ofrecer un dato que nadie más ha ofrecido sobre la primera jornada de la Convención del Partido Demócrata en Filadelfia: “¿Cuántas veces dirías que los oradores mencionaron al Estado Islámico en sus discursos?” Exacto. 
(Con información de BBC, France 24, France Press, The Daily Wire, Actuall, en inglés y en español)
+++Pasa a la acción. Hay un libro de condolencias abierto en HazteOir, para que puedas expresar tu pésame por el asesinato del padre Jacques Hamel y un mensaje de aliento y afecto a las dos monjas que resultaron malheridas. Los testimonios formarán parte de un libro de firmas que se hará llegar a la Conferencia Episcopal de Francia. Puedes unirte aquí.
[Fotografía: El padre Jacques Hamel, en una imagen de archivo.–– The Guardian]

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