miércoles, 19 de noviembre de 2014

Castilla y León, a la cabeza del rechazo frontal al estado de las Autonomías.


Castilla y León, a la cabeza del rechazo frontal al estado de las Autonomías.

 

A nadie se le escapa en estos tiempos de crisis, que el principal motivo del descalabro de nuestra economía y del tremendo agujero negro en el que se encuentran las arcas del estado, una vez llamado España, ha sido, es y si nadie lo remedia, seguirá siendo, el modelo territorial, que a una cuadrilla de iluminados y otros pocos románticos, se le ocurrió establecer hace más de 3 décadas y que hoy en día, nadie puede poner sobre la mesa ni un sólo motivo que lo justifique.

 

Ni un sólo argumento que pueda convencer a los cada vez más españoles contrarios a este sistema de separación de territorios, que con la división en regiones o comunidades autónomas o paises, o como coño lo quieran llamar, depende donde se encuentre quien lo haga, haya mejorado en algo la calidad de vida, los servicios, la atención a los ciudadanos o el bien estar social, de los habitantes de todas y cada uno de estos trozos de lo que fue España.

 

Es curioso, que a pesar de haber duplicado, incluso triplicado administraciones, la gran mayoría de los ciudadanos hemos perdido cercanía y atención en los asuntos más transcendentales.

 

Por supuesto, que quienes organizaron y manipularon la geografía la historia y en muchos caso, como el nuestro, nos cambiaron nuestras señas de identidad y sus allegados y amigos que duda cabe, está más que satisfechos con el actual sistema.

 

NOS HA JODIDO; COMO PARA NO ESTARLO!!!!!

 

Por cercanía, me remito a la comunidad a la cual dicen que pertenezco al contrario de lo que digo yo, que no es otra que el enjendro que parieron a orillas del pisuerga, después de engañar, manipular y modificar los mapas.

 

Ese engendro mal llamado Castilla y León, como se ha ido demostrando a lo largo de estos más de 30 años, hoy en día es habitado por unos dos millones de Castellanos y de Leoneses y otro medio millón de "CASTELLANOLEONESES".

 

https://es-mg42.mail.yahoo.com/neo/launch?.rand=b9fkfupfnrghb

No deja de ser una paradoja, que siendo la comunidad con más voces pidiendo la vuelta a un estado centralizado, la única de todo el territorio nacional en la que, a excepción de los Vallisoletanos (y no todos) no hay sentimiento alguno de región, casualidad digo a pesar de todo es que nos siguen gobernado desde casi tiempos ancestrales, los que sistemáticamente han desmantelado 8 de las nueve provincias que la componen para centrar el futuro y el desarrollo en su "gran capital".

 

Lo que no es producto de la casualidad es que, si lleva esta camarilla haciendo y deshaciendo a su antojo y comprando voluntades para distorsionar muy mucho la cruda realidad de esta comunidad tantos años es porque, tanto en Valladolid como en Burgos, por ejemplo, las urnas así lo han querido.

 

Por lo tanto y aunque algunos no nos lo merecemos, no queda otra que repetir de nuevo esta frase que suena a resignación y a confesión de culpabilidad

 

: "TENEMOS LO QUE NOS MERECEMOS"

 

Pues bien, como decía antes, voy a plantear una pregunta, esta vez a los que en Castilla y en León vivimos, nacimos o pacemos:

 

Ahí va mi pregunta:

 

Alguien, a excepción de los antes mencionados, beneficiarios directos de parte de este pastel, puede señalar UN SOLO BENEFICIO que nos haya reportado la descentralización del estado??

 

Solamente necesito UNA, ni tres ni siete, UNA. Yo llevo unos cuantos años buscándolo y no hay manera de hacerlo aparecer. No existe, por mucho que se empeñen en hacérnoslo creer desde Valladolid o desde los panfletos del gobierno regional, llamados diarios de noticias, periódicos o emisoras de radio y televisión.

 

Todo se ha duplicado. Todos los trámites se han alargado y se siguen haciendo fuera de las provincia,  igual que antes.

 

 

Los colegios, centros de formación, institutos etc, no los inventó la Junta, ya existían.

Hospitales, centros de atención primaria, carreteras, patrimonios culturales, transportes, máquinas quitanieves y médicos rurales eran gestionados por el gobierno central o en su caso por el Gobernador Civil de cada provincia y se acabó, sin más parafernalias.

Hoy el recorrido para cualquier tipo de trámite en vez de a Madrid nos lleva a Valladolid, Es decir, igual que antes, pero peor.

 

Hoy hay un gobierno en Madrid y otro en Valladolid, de los que dependen un delegado del gobierno de Madrid, que está en Valladolid, un subdelegado del delegado del gobierno de Madrid, que está en la capital de cada provincia. A su vez, del gobierno de la comunidad aparecen consejerías, viceconsejerías, secretarías, direcciones territoriales, direcciones generales, todas ellas, también en Valladolid, y directamente de Arroyo de la Encomienda nos han colocado en cada provincia un delegado territorial, que depende del gobierno autonómico, que nadie sabe realmente cuál es su misión, ya que todos los trámites cuya competencia es de la junta, se acaban resolviendo allí, en Valladolid.

 

Cabe señalar, que el área de empleo tiene funcionarios dependientes de la junta de CyL y otros del gobierno de España, al igual que alguna oficina de sanidad, que aún teniendo asumidas las competencias el gobierno pucelano, dependen, ni ellos saben el porqué, del ministerio de sanidad.

 

Acabo con un ejemplo, claro y conciso, que resume la absoluta sinrazón del estado autonómico.

 

Algo tan simple como legislar para unificar, por ejemplo, el horario de cierre del bar que tengo bajo mi casa, antes se gestionaba y se decidía aquí y el Ayto y el Gobierno Civil esran quienes, según criterios del momento o las circunstancias, señalaban dichos horarios. Hoy, Sre y Sras, esto se escribe en Valladolid, como no podía ser de otra manera.

 

Puedo seguir horas y horas, porque es ilimitado el número de atropellos, sinrazones y manipulaciones que en nuestro caso se llevan a cabo desde la capital administrativa de la comunidad, pero lo voy a dejar, de momento aquí.

 

 

Para rematar la faena y a raíz de la encuesta que estos días se ha realizado en España y cuya pregunta era decantarse por el modelo territorial actual o volver al modelo centralizado de gobierno, solo quiero hacer un par de matizaciones. La primera no es sino la confirmación de lo razonable y es que Castilla y León está a la cabeza de las comunidades que rechazan el actual modelo y piden una recentralización del estado y la segunda es que, a pesar de estar los primeros, un 38% me parece un porcentaje un tanto pobre, ya que según mis cálculos los realmente apegados a CyL y quienes pueden sacar algo de provecho de este sistema, no son más de un 35%.

 

Es decir, que casi un 30% de los habitantes de CyL o no saben o no contestan o leen en la prensa la sección CASTILLA Y LEÓN, sin darse cuenta de la manipulación y la sarta de demagogias y sinsustancias que vomitan dichas secciones, por cierto, no fruto de la casualidad sino del meticuloso análisis del impacto propagandístico que cada artículo o noticia hará sobre las personas a las que van dirigidos.

 

 

En otra ocasión y al respecto de este tema, iré enumerando uno por uno, no ya los beneficios, sino las grandes pérdidas que nuestra provincia ha sufrido, tanto económicas como patrimoniales como a nivel de infraestructuras, por ejemplo, desde que se consumó esta gran mentira llamada Castilla y León.

 

Por cierto. Si a alguien se le ha iluminado alguna bombilla y ha sido capaz de descubrir esa única razón por la que sentirse castellanoleonés, que no lo dude y nos lo haga saber. De rectificar y pedir perdón siempre hay tiempo y si así hay que hacerlo, seré el primero.

 

Control social (Juan manuel de Prada)

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  • Juan Manuel de Prada
    Juan Manuel de Prada

    Control social

    Mucho peores que los sicarios del Nuevo Orden Mundial son esos felones que, desde posiciones «equidistantes», tratan de descalificar a quienes se juegan el tipo, aduciendo que la «crítica sistemática» no es de recibo, que hay que ser «constructivos», que no se puede ser «profeta de calamidades», etcétera. Contra estos tibios y fariseos que, so capa de moderantismo y «positividad», impiden u obstruyen la confrontación de ideas, escribió Chesterton La esfera y la cruz. Sin duda, el «pensamiento positivo» (que no es sino el disfraz de decencia que se pone la más abyecta corrección política) es uno de los instrumentos más aciagos de control social que el sistema ha introducido en nuestras vidas; y sus apóstoles, bajo su apariencia modosita, los más peligrosos jenízaros de la ideología mundialista.
    En un libro muy notable que acabo de leer, Oligarquía y sumisión (Ediciones Encuentro), José Miguel Ortí Bordás se refiere muy acertadamente a esta nueva forma de control social o dominación de las conciencias que ya no actúa, como en los totalitarismos clásicos, allanándolas y forzándolas, sino moldeándolas a su gusto, adaptándolas complacientemente a los paradigmas culturales y políticos vigentes, y reduciendo a los pueblos a la categoría de rebaños gustosamente esclavizados, corifeos de la corrección política y del pensamiento positivo, fundado sobre una antropología optimista (¡el hombre es buenecito y, a poco que lo dejen, irá perfeccionándose todavía más!). Por supuesto, este control social se logra sin que nadie tenga la impresión de estar obedeciendo, sino abrazando libremente (¡con entusiasmo de lacayos fervorosos!) sus directrices. Y, una vez logrado el control completo, el discrepante será automáticamente visto como un desviado o un demente peligrosísimo.
    Mucho más importante -nos recuerda Ortí Bordá- que alcanzar el poder político es conseguir el control social, pues de hecho el poder político no es más que el ejercicio efectivo de un control social previo, en el que las diversas oligarquías, con sus negociados de derecha e izquierda, pueden turnarse tranquilamente, admitiendo de vez en cuando nuevos socios en el reparto del pastel. Por control social debemos entender los mecanismos sibilinos de psicología de masas que logran el sometimiento de las conciencias a los paradigmas culturales de cada época (llámense 'capitalismo financiero', 'derechos de bragueta', 'consumismo', 'ideología de género', etcétera), ante los que se allanan sin darse cuenta, con la misma naturalidad con que respiramos. La finalidad de este control social no es otra sino reforzar la tendencia a la conformidad y lograr que los comportamientos «desviados» sean automáticamente reprimidos por el propio cuerpo social, que hace sentir a quien osa comportarse o pensar de forma «desviada» como una suerte de apestado. Para lograr el control social sobre los pueblos, previamente se destruyen las tradiciones culturales y religiosas que los vinculaban y hacían fuertes, hasta convertirlos en una mera agregación de átomos extraviados e individualistas (¡y con conexión a interné, oiga!); una vez rotos todos los vínculos, a esa agregación de átomos condenados a la intemperie espiritual se les da un catecismo gregario que endiose sus apetitos, al que gozosamente se adhieren mientras todos sus bienes materiales y espirituales son saqueados, de tal modo que «toda contradicción parezca irracional y toda oposición imposible», tal como establecía Herbert Marcuse en El hombre unidimensional. 
    Naturalmente, en este tipo de sociedades desintegradas es fácil criar individuos (como las hormigas crían a los pulgones) que consideren que el sistema político y social es difícilmente mejorable. La única discrepancia aceptable, que inmediatamente será asimilada por los negociados de derecha e izquierda existentes, será la que acepte las coordenadas prefijadas por los paradigmas establecidos; y en el caso de que tal discrepancia adopte apariencias airadas, se arbitrará un nuevo negociado ('marcas blancas' del sistema) que, con el reclamo de rebelarse contra alguno de los paradigmas vigentes, fomente la aceptación del resto. Así, por ejemplo, se permitirá al rebaño rebelarse contra los abusos del sistema financiero, siempre que no dejen de reclamar aborto y demás derechos de bragueta; pues el Nuevo Orden Mundial sabe bien que el mejor modo de saquear a la gente y así abastecer mejor los mercados financieros consiste en exaltar la lujuria y prohibir la fecundidad, para que la gente no tenga hijos y el expolio que sufre no lo perciba contra un atentado contra su prole.
    Así, mediante este sutilísimo control social, nos llevan al matadero.