domingo, 21 de abril de 2013

España (Isidoro Tejero Cobos)


España

 

1          En España, en los siglos XIX y XX, se vivieron las ideas políticas y religiosas con obsesiva manifestación hostil.

 

2          La historia de España ha estado invadida di una nube de violencia.

 

3          Si la envidia la sustituimos por la admiración y el mie­do por el valor de la libertad estamos ya en la moder­nidad y España es otra.

 

4          A la historia de España le sobra bravura y le falta cordura.

 

5          En nuestra historia, el mayor grado de violencia ha jus­tificado el mayor grado de grandeza.

 

6          La envidia activa fue la cualidad que condujo, durante siglos de imperialismo la política de España, expresa­ndo su fuero interno en una violencia que no cejó ni un solo momento.

 

7          La última guerra civil española fue una contienda de fondo rabiosamente antirregionalista.

 

s          Aunque España está constituida en regiones no es aún un país propiamente regionalista.

 

9          Cuando los leoneses digan que son leoneses y los cas­tellanos puedan ser castellanos y los toledanos se pro­clamen toledanos ese día empezará a ser España un país territorialmente regionalista porque todavía no lo es.

 

10        De un vicio o de un error no puede alcanzarse una virtud. Aunque nos obsesionemos en lograrlo no lo podremos conseguir. Este puede ser un punto de par­tida para la historia de España y una postura de hu­mildad para con la verdad histórica.

 

11        En el devenir histórico de las naciones, las locuras po­líticas se han expresado por medio de las ideologías.

 

12 El castellano no ha anulado las nacionalidades. Estas están vivas, aún hablando la misma lengua. Cada una tiene sus peculiares diferencias lingüísticas, y cuando en algún caso, las barreras del lenguaje parecen superadas, nos encontramos con las barreras temperamentales que permanecen aún.

 

13        La envidia ha sido el gran problema político nacional.

 

14        Uno de los grandes privilegios que pueden ofrecer tanto el País Vasco como Cataluña es el haber sido denosta­dos, como separatistas y antiespañoles, por haber de­fendido su independencia frente a un Estado imperial­mente centralista. Hecho que evidencia que estas regiones sirvieron de contrapeso para que la política del país no se hiciera ingobernable.

 

España, patria de todos

 

1          El nombre de nuestra patria es España.

 

2          Querer imponer una ideología, en nombre de España, ha sido la tentación totalitaria que hemos vivido du­rante años.

 

3          No hay que alardear con el nombre de España dicien­do veladamente que eres más español que nadie, ni que la quieres más que otros, que la defiendes mejor que los demás o que sabrías luchar por ella frente a los que la llevan a la ruina.

 

4          Las ideologías nos pueden desunir o distancian Eso no tiene mayor importancia si no se destruye la conviven­cia entre nosotros.

 

5          Si te dices que quieres trabajar por España, que sea un amor desprendido sin exigencias o imposiciones.

 

6          Hay que crear en torno al nombre de España un cli­ma de respeto en el que todos se sientan a gusto.

 

7          España es un nombre que tiene dos modos o formas de decirse España o las Españas. Como singular o como plural. De decide de una manera a decide de otra marca la diferencia, señalándome más el concepto de unidad o el sentido de diversidad o de grupo. España a un espa­cio grande y necesita pluralizar para expresar la realidad que contiene Ambas expresiones son legítimas y debie­ran conjugarse en nuestra cultura y ser de uso común.

La voz las Españas responde a una necesidad. La exis­tencia del término no es casual. Forma parte de la tra­dición política española.

Las Españas ha ido pronunciada en boca de Reyes, ha sido escrito en el ámbito de algunas constituciones es­pañolas, y usada como expresión patriótica y religiosa en grandes acontecimientos nacionales. Su antigüedad se remonta a los orígenes de la formación de Las Espa­fias y su uso más o menos restringido ha pervivido du­rante siglos.

Ambos vocablos pueden enriquecerse y equilibrarse mu­tuamente dando a la convivencia nacional la posibili­dad de poner a todos de acuerdo.

Cabe decir, en España los españoles saben amar las Es­pañas y las Españas saben cuidar de España. España o las Españas, tanto monta, tanto da.
 
Isidoro Tejero Cobos .Pensamientos sobre la vida. Segovia 1993