lunes, 17 de octubre de 2011

El hombre por sobre todo deberia ser el lema de los "indignados"


El hombre por sobre todo deberia ser el lema de los "indignados"


Por que en el mundo se ha comenzado a levantar la voz de los llamados “indignados” con independencia de las fronteras, por que esa efervescencia a nivel de naciones y mundial?.

Cuando a diario vemos las noticias sobre la crisis económica mundial, no podemos evitar encontrar un mensaje constante, ya asumido como normal, y es aquel donde los medios hacen referencia a las crisis económicas como entes deshumanizados solo con indicadores de su evolución de todo tipo y color.
Estos procesos económicos transnacionales y multilaterales impactan negativamente, por efecto de la globalización, en cualquier punto del globo y se expanden como epidemias.  Se habla de las caídas de las bolsas, de los problemas que sacuden a los bancos, de la baja en los bonos, etc, etc, etc. , se tiene centrada la preocupación en las pérdidas de los grandes consorcios empresariales y financieros  internacionales.
La vision se centra en los organismos (estatales o privados) y no en el hombre de la calle. Tienen prioridad absoluta sobre todos nosotros.

Es asi que pasa desdibujado el aspecto de la crisis más aguda, y es la que sufren las personas de carne y hueso  con la merma de su consumo, calidad de vida y la desocupación.  Golpea a todos y , normalmente la sufren todavía con mayor intensidad aquellos  empleados y obreros de baja calificación que ya están conformando un peligroso bolsón de  masivas  protestas y conflictos sociales .
Como suponemos, las crisis de los países centrales y mejor ubicados en la economía mundial, se irradia también hacia los emergentes y los impacta con muchísima dureza sumándose a los males endemicos de estas áreas que tratan de progresar..
En este proceso de decesión económica, es posible ver una ecuación , tal como si habláramos de un simbolismo matemático, donde claramente se presenta una variable de ajuste, representada por el común de la gente (contrayendo sus salarios y bajando su calidad de vida),y por otra parte ,una constante que perdura contra viento y marea, conformada por un staff permanente de banqueros y políticos.  Estos personajes que se mantienen siempre a flote y en los cuales el vaivén económico no incide en su vida cotidiana, son tanto responsables de estas crisis como también de la solución que finalmente se adopta para salir de las mismas. No habremos de negar que el tiempo todo tienen los hilos de la "marioneta universal" en sus manos y la razón de los ciclos económicos están íntimamente ligados a sus acciones calculadas y siempre beneficiosas primero  para si y si queda algo para el resto..... 
Es llamativo que mientras duran estos procesos recesivos y las correspondientes medidas de ajuste, las vidas de esos dirigentes ( y su entorno) no sufren caídas en la misma proporción que la sufrida por la sociedad en su conjunto , y ni hablar de quien ostenta dinero en épocas de vacas flacas hace sus pingues negocios.....sino hay que preguntarle a los norteamericanos para saber quien se quedo con sus propiedades por falta de pago luego de la crisis hipotecaria y bancaria en los EEUU. 
Apelo a la memoria y al conocimiento personal de cada lector para que trate de recordar si en alguna oportunidad pudo asistir a renuncias masivas de sueldos, dietas , puestos o beneficios de algun tipo que hayan sido política de ejemplo de algún político en el mundo actual, conoce Ud. a algún político que este en la indigencia o pasando hambre, su familia, sus hijos?.... o si algún sistema bancario ha disminuido su apetito de intereses y ganancias o renunciamiento de calidad de vida de sus directores?   Son las mismas personas y entidades lobbistas que se encargan de decir donde, a quien, cuanto y cuando se aplicaran los recortes de algún tipo para balancear el déficit financiero pero jamás en desmedro de su propio peculio. Realmente nunca sufren las consecuencias de sus propias acciones previas a las crisis y menos aun rinden cuenta de lo actuado con sus patrimonios y/o cargos políticos/administrativos. Lo máximo que pudiera ocurrir se reduce a una renuncia oportuna con retiro garantizado de por vida. Sus hogares , sus fortunas terminan siempre intactas….no deseo dar ejemplos por que realmente sobran en nuestro país y en el mundo, y como recién almuerzo puede cortarme la digestión recordar a algunos personajes locales que pregonan  una postura  popular y viven en forma elitista rodeados de vanidades y riquezas.
Estoy seguro que debe existir alguna forma civilizada e inteligente para que estas crisis puedan ser equitativamente soportadas por todos integrantes de nuestras sociedades, con la visión del BIEN COMUN y que aquella cuota parte de la responsabilidad en la toma de decisiones sea exigida con la correspondiente rendición efectiva de los actos de quienes nos gobiernan, en todos los niveles y regiones,  incluso con afectación directa a sus patrimonios (normalmente intocables y poco conocidos) y que el hombre comun sea mas importante que una entidad bancaria. Estoy convencido que no hay otro camino.
No soy dueño de la verdad ni se positivamente  a ciencia cierta cómo debe llevarse a cabo esta transformación, pero mi sentido común me indica que ello es necesario e impostergable, por que aquello que no se haga con medidas pensadas, consensuadas y oportunas  se cumple inexorablemente con grandes cambios sociales traumáticos según nos muestra la Historia, y creo que nos encontramos dentro de uno de esos momentos de la Humanidad que dejan huella para el futuro. Y por ahora pese a ser una persona por naturaleza optimista no veo la luz ni la capacidad dirigencial para liderar ese cambio y la realidad es mandatoria por mas que no queramos verla.

Mario Crapanzano desde Sao Paulo - Brasil

La civilización empática (Jeremy Rifkin)

 El Pais, 19.3.2010.



TRIBUNA: JEREMY RIFKIN

La civilización empática

Necesitamos una conciencia planetaria para resucitar la economía y revitalizar la biosfera. ¿Imposible? No, en absoluto. La ciencia demuestra que el ser humano progresa reduciendo su egoísmo y ampliando su empatía

JEREMY RIFKIN 19/03/2010

Dos espectaculares colapsos, separados por sólo 18 meses, han marcado el fin de la era contemporánea. En julio de 2008, el precio del petróleo en los mercados mundiales alcanzó la cifra récord de 147 dólares por barril, la inflación se disparó, y con ella todos los precios, desde los alimentos a la gasolina, y el motor de la economía mundial se atascó. Lo que precipitó la crisis fue la creciente demanda de combustibles fósiles de China, India y otras economías emergentes. La capacidad de compra se desplomó y la economía mundial se derrumbó. Ese fue el terremoto que hizo trizas esa época industrial. El colapso de los mercados financieros dos meses después no fue más que una réplica.

La comunicación actual desborda las fronteras de las identificaciones nacional e ideológica

¿Se generalizará la nueva mentalidad antes de que el cambio climático lleve al desastre planetario?

En diciembre de 2009, mandatarios de 192 países se reunieron en Copenhague para abordar el problema que supone la factura de entropía acumulada de una revolución industrial basada en los combustibles fósiles: el gasto en CO2 que está recalentando y desequilibrando el planeta hasta llevarlo a un catastrófico cambio climático. Después de años de preparación, las negociaciones fracasaron y los líderes del mundo fueron incapaces de un acuerdo.

La crisis radica en la concepción de la naturaleza humana que rige el comportamiento de los líderes mundiales y cuyos presupuestos surgieron hace más de 200 años, durante la Ilustración, en los albores de la economía de mercado y de la era del nacionalismo. A los pensadores ilustrados -John Locke, Adam Smith, Condorcet, etcétera- les ofendía la concepción cristiano-medieval del mundo que, viendo en el hombre a un ser indigno y depravado, aspiraba a la salvación ultraterrena a través de la gracia de Dios. Preferían sumarse a la idea de que la esencia humana es racional, distante, autónoma, ambiciosa y utilitarista, propugnando que la salvación individual está aquí en la Tierra, en un ilimitado progreso material.

La concepción ilustrada de la naturaleza humana se reflejó en el recién acuñado Estado-nación, cuyo objetivo era proteger la propiedad privada, estimular el mercado y servir de intermediario a los intereses de la ciudadanía en el ámbito internacional. Se consideraba que los Estados-nación eran agentes autónomos envueltos en una incesante batalla con otras naciones por la obtención de ganancias materiales.

Si la naturaleza humana es como indicaban los filósofos ilustrados, probablemente estemos condenados. Imposible concebir cómo podríamos crear una economía mundial sostenible y devolverle la salud a la biosfera si todos nosotros, en nuestra esencia biológica, somos agentes autónomos, egoístas y materialistas.

Sin embargo, los últimos descubrimientos sobre el funcionamiento del cerebro y el desarrollo infantil nos obligan a repensar esos arraigados dogmas. Los biólogos y los neurocientíficos cognitivos están descubriendo neuronas espejo, llamadas de la empatía, que permiten a los seres humanos sentir y experimentar situaciones ajenas como si fueran propias. Parece que somos los animales más sociales y que buscamos interactuar íntima y amigablemente con nuestros congéneres.

Por su parte, los científicos sociales están comenzando a reexaminar la historia con una lente empática, descubriendo así corrientes históricas ocultas que sugieren que la evolución humana no sólo se calibra en función del control de la naturaleza, sino del incremento y la ampliación de la empatía hacia seres muy diversos y en ámbitos temporales y espaciales cada vez mayores. Las pruebas científicas de que somos una especie básicamente empática tienen consecuencias sociales profundas y de gran alcance, y podrían determinar nuestra suerte como especie.
Para resucitar la economía mundial y revitalizar la biosfera, lo que ahora necesitamos es, nada más y nada menos, que dar, en menos de una generación, el salto hacia una conciencia empática mundial. La cuestión es la siguiente: ¿cuál es el mecanismo que permite la maduración de la sensibilidad empática y la expansión histórica de esa conciencia?

Los momentos cruciales que dan un vuelco a la conciencia humana tienen lugar cuando nuevos sistemas energéticos se conjugan con revoluciones en las comunicaciones, creando nuevas eras económicas. Los nuevos medios de comunicación se tornan mecanismos que rigen y controlan la estructuración, organización y gestión de las civilizaciones más complejas que los nuevos sistemas energéticos posibilitan. La primera revolución industrial del siglo XIX, gestionada gracias a la comunicación impresa, dio paso a la conciencia ideológica. La comunicación electrónica se convirtió en el mecanismo rector y de control de la segunda revolución industrial del siglo XX, que marcó el inicio de la conciencia psicológica.

Las revoluciones en las comunicaciones, al hacerse más complejas, van poniendo en contacto a cada vez más gente dentro de redes sociales más amplias y variadas. La comunicación oral tiene un limitado alcance temporal y espacial, mientras que las comunicaciones manuscrita, impresa y electrónica amplían el margen y la profundidad de las interacciones sociales.

Al desarrollar el sistema nervioso central de cada individuo y del conjunto de la sociedad, las revoluciones en las comunicaciones no dejan de proporcionar escenarios cada vez más incluyentes para la maduración de la empatía y la expansión de la conciencia. Durante la primera revolución industrial, caracterizada por la imprenta y la conciencia ideológica, la sensibilidad empática se extendió hasta alcanzar las fronteras nacionales, de manera que los estadounidenses se identificaban con los estadounidenses, los españoles con los españoles, los japoneses con los japoneses, etcétera. Durante la segunda revolución industrial, caracterizada por las comunicaciones electrónicas y la conciencia psicológica, los individuos empezaron a identificarse con otros de ideas afines.

Hoy en día nos encontramos en la cima de otra convergencia histórica, en una tercera revolución industrial de la energía y la comunicación, que podría extender la sensibilidad empática a la propia biosfera y a toda la vida terrena. La repartida revolución de Internet se está conjugando con la diseminación de las energías renovables, haciendo posible una economía sostenible que se gestiona localmente con vínculos en todo el mundo. Durante el siglo XXI, cientos de millones de personas transformarán sus edificios en centrales productoras de energía que producirán in situ fuentes renovables, almacenándolas en forma de hidrógeno y electricidad compartida, e intercambiándolas a través de retículas locales, regionales, nacionales y continentales de funcionamiento similar al de Internet. En el ámbito energético, al igual que en el de la información, la difusión de fuentes de código abierto dará lugar a espacios de colaboración energética, no diferentes a los de índole social que en la actualidad existen en Internet.

Si conseguimos aprovechar nuestra sensibilidad empática para instaurar una nueva ética mundial habremos superado los distantes, egoístas y utilitaristas presupuestos filosóficos que acompañaban a los mercados nacionales y el orden político de los Estados-nación, situándonos en una nueva era de conciencia biosférica. Así, dejaremos el antiguo mundo de la geopolítica para entrar en la nueva era de la política de la biosfera. Esta nueva perspectiva va más allá de la tradicional divisoria entre conservadores y progresistas que caracteriza la geopolítica actual de la economía de mercado y el Estado-nación. La nueva divisoria es generacional y enfrenta el jerárquico modelo de organización familiar, educativa, comercial y política con otro más cooperativo y cosmopolita que, en su funcionamiento y sus espacios sociales, favorece los ámbitos comunes del código abierto. Para la generación de Internet, la calidad de vida se torna tan importante como la oportunidad individual.

Está surgiendo la civilización empática. Las generaciones más jóvenes están llevando su capacidad de empatía más allá de los credos religiosos y la identificación nacional, incorporando así a toda la humanidad y al ingente proyecto vital que envuelve la Tierra. Pero nuestra prisa por alcanzar la conectividad universal empática tropieza con un gigante entrópico en constante aceleración: el cambio climático. ¿Podremos alcanzar la conciencia biosférica y la empatía mundial a tiempo de evitar el derrumbe planetario?

Jeremy Rifkin, economista y escritor, es asesor de la UE y de diversos presidentes -incluido el español- en cambio climático, seguridad energética y desarrollo sostenible. Traducción de Jesús Cuéllar Menezo.